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EMANACIONES. Reflexión en torno a la obra de Oscar Muñoz. Alientos

Formó, pues, Jehová Dios al hombre del polvo de la tierra,

y sopló en su nariz aliento de vida; y fue el hombre un alma viviente.

Génesis 2:7


Emanaciones.


Un retrato lleva en su misma “carnalidad” la muerte, el momento del corte espacio-temporal sesga la fluidez del tiempo y estampa en su proceso la mirada del instante.

El obituario revela la muerte, pero el aliento devela la vida. En esta fisura antagónica está la obra de Oscar Muñoz “Alientos” (1995), una serie de retratos impresos en foto-serigrafía con grasa sobre espejos metálicos. El espejo muerto se activa desde dos temporalidades; con el reflejo del que se mira, y el aliento del mismo espectador que emana una imagen de un retrato en el espejo. Estos retratos que resucitan con un flujo tan simple como el de exhalar, son fotografías tomadas de obituarios. Este instante casi fotográfico rememora lo efímero de la vida misma, los retratos desaparecen en cuanto se evapora la condensación sobre el espejo.

La obra de Oscar Muñoz trasciende el “hecho fotográfico”, y augura de una forma simbólica -poética la desmaterialización de la foto, el soporte bidimensional es traspasado por una serie de materiales y experimentaciones llevados al límite; el resultado es un encuentro único con una imagen, no bidimensional, de autorías múltiples, sin cortes espacio-temporales, y de materiales fugaces como el aire mismo. El espectador da vida misma al recuerdo, a la memoria, a la fotografía, al ser que desaparecido revive una y otra vez desde un acto personal que deviene de las entrañas de cada ser; hay una comunión con el instante, la presencia de dos temporalidades se funden en el acto mismo de mirar, ese instante que cada persona parada frente al espejo vive, cada uno tiene un encuentro personal con esos obituarios, cada uno revive en sí mismo los recuerdos con sus muertos y confronta su propia vida en el hecho de reflejarse y respirar.

Oscar Muñoz trasgrede los soportes fotográficos para llevar la imagen a una nueva dimensión visual, el viaje por el espejo se activa llevando al borde cuestiones de vida- muerte, presencia-ausencia, aparición-desaparición. La imagen en el espejo está latente al igual que un negativo sin revelar, sin embargo el proceso para revelar la imagen no es químico sino orgánico y la confrontación con la imagen no se hace desde un solo punto de vista estructurado que deviene de una mirada lineal, de una mirada que solo puede atender a un encuadre único. La mirada del espejo confronta realidades temporales, imágenes superpuestas de la carnalidad y la emanación en el mismo momento.








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