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Ad libitum. Impulso libre.

Ad libitum. Impulso libre.


…y entonces dijo: “que esté presente en su plenitud sensible… para aprender a oír lo que nos quiere hablar ahí”. Con estas frases combinadas de Gadamer he intentado re-conocer mi mirada y la de ellos (fotógrafos) en sus trabajos.

El término de fotografía documental me hiere, ante mi pululan imágenes subvertidas en mi memoria, cual festín humano de convivencia ante lo siniestro y el acontecimiento. Muertes, cadáveres, niños, personajes, situaciones, etc. Hay una larga lista de reliquias de la mirada que van presentando diversas situaciones de momentos fotográficos.

Deletreo ese vocabulario nuevo y desconocido para irlo acrecentando hasta poderlo leer, es un vocablo fotográfico, donde hay sutilezas e ironías con respecto a la realidad, a la objetividad, a la visión. Reconozco que existe el “corte espacio-temporal” donde está el llamado del acontecimiento, en donde la denotación de la verdad se conflictúa en el momento de ser representada, de ser mostrada bajo miles de parámetros manipulados, donde cada reproducción expuesta piensa que tiene su verdad.

Los códigos fotográficos se acentúan mostrando sus múltiples símbolos para reconocer diversas miradas. La primera que me llama la atención más que ninguna otra, es la mirada de la única mujer que se analiza en este ejercicio, Mary Ellen Mark que muestra esa mirada de tristeza y rarezas; mirada sensible y profunda. Ella evoca el momento de una forma transparente. Sus personajes encuentran ante la fotógrafa un espejo de resonancia donde pueden vislumbrar su singularidad, donde pueden confrontarse. Ella a cada imagen se reconoce, encuentra sus inmundicias para atesorarlas y mostrarlas de esa manera poética y simbólica.

Los otros fotógrafos, varones y mucho más recientes, muestran los aconteceres desde una mirada más controlada, algunas veces efectista, la saturación del color diluye la realidad para convertirse en un juego de aglomeración visual. Bajo la rúbrica del momento señalan la cotidianidad de una manera más simple y superficial, puntuales ante los códigos fotográficos juegan con posturas algunas veces añejas. Para Mauricio Lima el acontecimiento del evento prepondera la mirada, la que dará paso a ser una noticia con una visualidad perversamente exquisita y saturada. Me pregunto que tanto se ven esas fotografías consagradas en el New York Times, cuanto son sus tiempos para ser leídas, entendidas, sentidas, ante la efervescencia de la información, del acontecimiento. Minuto a minuto la información debe ser cambiada y desechada por los nuevos sucesos, quizá es por eso que siento una mirada menos contemplativa y emotiva, menos presente en el dolor ante los hechos humanos, ante el dolor de los demás, solo presentando en el telón de rúbricas hegemónicas el teatro humano.

Hacer una reflexión sobre la noción de lo simbólico bajo los parámetros de estos autores es un primer acercamiento ante estos conceptos, ante estas obras, ante los diversos textos que irán conformando más mi vocabulario.

Sin embargo hay un festín de este encuentro que se queda entre estas propias líneas, entre las máscaras y las particularidades de Mary Ellen Mark, que resuenan ante las propias rarezas, quizás haciéndome re-conocer mi más íntima singularidad.


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